"El aluvión de 1826" - 188 años de una catástrofe
Tenerife
"Llegó el amanecer del día 7 muy oscura, triste y lleno de nubes y haciendo algún viento, y al paso que sus horas iban creciendo, se iba aumentando su oscuridad y presentándose a la vista el terrible castigo con que la Justicia Divina nos amenazaba. A las ocho de la mañana empezó a llover con mucha benignidad, pero a grados se iba aumentando esta agua y la oscuridad. A esta hora se empezó a sentir un gran ruido, pero no se sabía dónde, ni qué causa lo motivaba; unos decían que era del mar y otros que era viento; pero el que suscribe esto hizo todas las diligencias por averiguar su origen y le parece que no era del mar, porque en sus riberas no advertía notable alteración; ni tampoco viento, porque cuando reina este elemento, siempre en las nubes se nota movimiento, y éstas estaban quietas y parecían que se caían sobre la tierra, oprimidas de un gran peso; pero que no era otra cosa sino agua que contenían y es lo que ocasionaba el extraordinario ruido que se sentía".
Texto: El aluvión de 1826 reseñado por el beneficiado de la Iglesia del Realejo Alto, don Antonio Santiago Barrios.
Imagen: Carl Norman. Los Realejos en 1893. FEDAC.